El triste adios
Echaré de menos nuestras charlas, los momentos para sonreír, los ratos para meditar, el tiempo para aprender y enseñar. En mi corazón está su espíritu y en mi espíritu llevo la fragancia de su gran labor en mi persona. Por siempre fiel, procuraré trabajar como habéis enseñado y dejar atrás los vicios que este viejo tiene hartamente gastados.
Gracias por la fórmula inolvidable del aprendizaje, la tolerancia y todo aquello que no se pueda definir con palabras.