La flor marchita

Una joven flor recién imbuida con el don de la vida ha perecido en mi jardín, un jardín de pocas flores que cuido con mucho amor. Pero se ha perdido de entre ellas una que podía tocar mi espíritu con tan solo verla y mi alma siente que se vacía en el silencio que deja su partida.

El dolor de la pérdida viaja en el viento como una melodía buscando consolarme en un pequeño valle de lágrimas. Los susurros del aire cantan una canción para no perder fuerzas y esperanzas, el sueño de vivir la vida hace su canto para alegrarme.

Intento no llorar ni gritar, odio el peso de la muerte sobre mi pequeña flor, que a ratos cuidaba con amor desinteresado. Solo me queda ser fuerte y honrar su dulce memoria con el sonido de la cadena que forjamos, una cadena de memorias que nunca se romperá.